El día miércoles pasado nos fuimos a San Jerónimo de Surco. Este viaje inicialmente estaba planeado hacia Matucana, pero las circunstancias nos obligaron a cambiar de rumbo. Diversos obstáculos se presentaron, en principio que no todos los compañeros ponían empeño para acordar la fecha del viaje, en lo cual también me incluyo yo. La movilidad que nos iba a transportar inicialmente, una semana antes de irnos nos avisó que no tenía licencia para realizar el viaje, por otro lado no todos los muchachos habían completado su cuota, de unos diecinueve soles.
Foto tomada apenas llegué al pueblo de San Jerónimo de Surco. El señor de chaqueta que dice "Prensa", es mi profesor de fotografía: Eduardo Ramírez, "Cachito". |
Sin embargo, gracias a Dios lo pudimos realizar y particularmente lo disfrute y supongo que también los demás. Partí de mi casa a unos diez minutos para las cinco. Necesitaba salir temprano porque me conozco, sé que si no era así entonces me iba a levantar a eso de las siete. Y nos habían avisado que la movilidad partía a esa hora. Aunque, como son las cosas, muchos compañeros aún no habían llegado habiendo pasado las siete.
Foto tomada en contrapicada de la pileta de agua, en pleno parque del pueblo de San Jerónimo. |
Nos movilizamos en una pequeña combi, como así la llamamos los peruanos. Fue bastante incómodo. Dos de mis compañeros tuvieron que cargar a sus enamoradas para poder caber, pero aún así faltaba el profesor. Algunos compañeros con intención de fastidiar decían: “Mándenlo al techo”, y otros reíamos con su payasada. Finalmente pudimos llegar a Lima, en la plaza Dos de Mayo, ahí esperábamos una movilidad para llegar a la plaza central de Chosica, para embarcarnos en el auto rumbo a nuestro destino final.
Yo estuve durante el viaje con una cámara filmadora cubriendo todo aquel panorama a manera de reportero. Necesitaba obviamente llevarme algún buen recuerdo de aquella experiencia inolvidable. Durante el viaje avistamos unos puestos de mercado así como los que existen por la avenida universitaria antes de llegar al paradero de San Felipe, en Comas.
Estos mercados son muy comunes en el Perú. Las pista embarradas de desperdicios de verduras o pescado y su putrefacto olor. Personas que transportan su mercadería con carretillas. Si bien me acuerdo un compañero me dijo que era el mercado de La Parada. Si alguien ha viajado con esas custer donde los cobradores vocean: “Al veintidós, va al veintidós”; al llegar al famoso “22”, seguro me entenderán a qué tipo de mercados me refiero. Llegamos a la plaza de Chosica, el cielo estaba nublado. Lo primero que aviste fueron unas carpas en el parque de la plaza repleto de juegos mecánicos y puestos de la misma índole. También esto es bastante común en el país encontrar. Durante la primera parte del viaje no la pase muy bien porque la “vejiga me estaba reclamando”.
Felizmente no muy lejos de allí aviste un baño público y pague treinta céntimos para calmar esta terrible ansiedad fisiológica. Otros compañeros e incluido el profesor hicieron lo mismo. Durante la estancia en el baño descubrí unos escritos bastante curiosos en la pared. Mensajes groseros que culpabilizaban a “los cholos, los serranos” por la actual situación política del Perú. “Triste, pero cierto. Es lamentable que muchos peruanos seamos tan intolerantes a la manera de pensar diferente”.
Luego de eso, algunos compañeros avisaron uno de esos tan populares puestos de comida donde tomaron su merienda mañanera. Un amigo mío gentilmente me invitó una hamburguesa. Durante la caminata había una esplendida estatua del general Avelino Cáceres, montando en su corcel en posición de batalla. Dos de mis compañeras: “Kathy”, la delegada y Judit, la promotora de los viajes junto con Jesús, enamorado de Córdova, apellido de la delgada; administraban todo lo respecto a los planes del viaje, así como el dinero. Fui a echarles un vistazo, en una tienda, antes de ingresar al auto. El viaje duro como una hora en el ómnibus antes de llegar al pueblo. El recorrido fue muy interesante, además del paisaje, los inmensos cerros, la carretera sobretodo muy apegada al abismo.
Pasamos por un par de túneles. También estuve filmando, lo que se me ocurrió en este caso fue sacar la cámara mucho más afuera del límite de la ventana, ciertamente eso es un poco peligroso pero el riesgo valía: “otra perspectiva del camino”. Apenas llegamos sabía que había mucho que fotografiar y la excitación ya movilizaba mis manos. El profesor nos hizo sentar en las escaleras frente a una catedral de paredes rosadas que se encontraba en el pueblo. Allí nos tómanos la primera fotografía todos juntos. Algunos perros rondaba por las tranquilas calles de aquel apacible pueblo que me hacía recordar a algunas calles de Huancayo; cuando más pequeño, viaje con mis padres.
Compañeros de la universidad disfrutando de la catarata. |
Vista en perspectiva de la carretera, foto tomada cuando regresabamos de la visita. |
Apenas recibimos las instrucciones del docente cada cual se repartió a buscar su sitio ideal para realizar su recuerdo fotográfico. Dentro de mis primeras fotografías fueron unas que me pidieron algunos amigos de junto a la anterior mencionada catedral. Le pedí a mi amigo Jorge que me prestará la réflex que ya anticipadamente había solicitado a la facultad. Una Canon de 85mm. Otro compañero de cabello largo, negro y ondulado; me acompañó a realizar las fotografías. Él cargaba su trípode y una cámara digital compacta. Dentro de aquel pueblito, que si bien a donde llegamos primero fue un parque, cerca de allí un colegio. En el parque una escultura, una pila de agua más preciso. Tomé unas contra-picadas, además como había un ancianito que estaba sentado con su bastón, me pareció también un buen elemento; así que también lo capté por el obturador.
Pasamos creo alrededor de una media hora y minutos más recorriendo aquella zona. Mi amigo Jorge me pidió la cámara, porque el también necesitaba hacer lo suyo, era necesario turnaros. Luego de alguno minutos todos concordamos en ir hacia una catarata que había cerca de allí. La catarata de Huanano, allí es donde se encuentra por cierto. Este fue el camino más complejo que tuvimos que recorrer. En principió porque era una pendiente que ascendía. Además del calor, el territorio accidentado, rocas por montones. Estiércol de mulas, caballos o lo que haya pasado por allí, y a algunos compañeros les empezó a doler la cabeza; lo que le llaman “mal de altura”.
Otra foto, desde otro ángulo de la catarata. |
Por el camino nos topamos con arrieros de mulas, algunos bovinos a los que también fotografiamos. La caminata fue bastante larga, y cansada claro está. Pero todo fue compensado por un paisaje muy bonito y además de todo la bondad de la naturaleza. Estar fuera de la ciudad es muy bueno y relajante después de todo, aunque sea una vez a las quinientas. Lo más complicado fue subir la pendiente del cerro además del enorme abismo al que nos encontrábamos expuestos mientras más nos acercábamos a la ansiada cascada. Ya en el cerro algunos chicos empezaron a gritar: ¡Ciroooo! ¡Ciroooo! Y como en eso lugares el eco se dispersa mucho algún “pendejo” respondió: ¡Aquí estoy! Y muchas otras tonteras bastante graciosas propias de aquel clima. Bueno, no fui un santo, lo admito, también participe de la pillada. “Cachito, cachito”, vocifere al espacioso cielo, jugando con el eco. “Cachito”, por cierto, es el apodo del profesor de fotografía, que vestido como agente de prensa nos acompañaba en el viaje.
El camino era una franja entre paredes de tierra, cactus y otras plantas de aquellas áridas zonas; y por el otro lado la muerte al borde del pie. Desde lejos se veían valles, verde, azul, marrón y amarillo. Combinación de colores, plantas, el cielo azul, esponjosas y blancas nubes. Antes de llegar a la cascada nos detuvimos en una especie de cabañita de paja como aquellas que existen en el parque de las leyendas o en parques campestres.
Catarata del centro arqueológico de Huanano, en San Jerónimo de Surco. Se puede notar el pequeño arcoiris que se formó en aquella ocasión. |
Es muy seguro que muchos de mis compañeros se hubieran dicho: “Tanto para esto”, y es que efectivamente para los peruanos que esperamos cosas grandes después de tan fatigoso camino, la cascada era pequeña.
Si era pequeña, pero fascinante en lo personal. Un pequeño arcoíris se vislumbraba a lo lejos cerca donde se empozaba el agua. Y aunque muchos tal vez se quejarán, no les quedo más que conformarse y dejarse de niñerías y gozar de lo que había. Algunos se dieron un chapuzón. Algunos cerca de la cascada, otros un poco más distantes, pero al final la disfrutaron. Se tomaron fotos, bromearon; mejor dicho nos tomamos fotos, bromeamos cosas como: miren los esculturales cuerpos de fulano, de mengano.
A una compañera a la que la apodan “La Mami”, Dalina, creo que se llama, el profesor Cuadros, apellido del docente de taller de comunicación, le colocó otro: “Cleopatra”, por su cabello. Fue muy gracioso: Luego de que llegáramos a las pequeñas cataratas, llegaron otros turistas blancones. Uno de ellos pícaro, se dejo fotografiar mientras ensaya poses al bañarse entre las aguas de aquella catarata. “No Dalina, por las puras es… ya está casado, no te va a hacer caso”- se escuchó decir a alguno de los universitarios que fastidiaban a “La Mami”. “Le voy a dar mi cuenta de facebook”- se escuchó bromear al comprometido turista que decidió seguir la corriente. Algunos amigos como: Daniela, Jorge, Jesús, Katherin; aún no habían llegado a las cataratas.
Ya para entonces nos habíamos tomado una segunda foto todos juntos con “Cachito”, los que estábamos claro está. Ya planeábamos el camino de retorno. Ya prácticamente todos estábamos alistándonos para regresar, cuando llegaron. Primero Daniela, con ellos Irvin, otro compañero que faltaba; luego llegó Jorge y mucho más tarde “Kathy” con Jesús, su enamorado.
Perspectiva del campus de la universidad César Vallejo, en la Panamericana Norte. |
Hace ya tiempo que esperaba que llegará Jorge para que me prestase la réflex, pues él se la había quedado y durante el inició del camino solo había podido filmar. Felizmente los que faltaban también pudieron disfrutar de algunos momentos de la catarata y aproveche también para fotografiar a mis amigos. Retornamos bastante tarde. Estuvimos esperando por algunas horas algún ómnibus que nos trasladase a la plaza central de Chosica, pero la mayor parte venían llenos.
Estábamos naturalmente agotados, con sueño y lo que esperábamos era irnos sentados y cómodos, desgraciadamente las circunstancias nos eran desfavorables. Llegando a la plaza, mi compañera Judit junto con la delegada y su enamorado estuvieron trabajando juntos para devolver a cada uno de los contribuyentes lo que había restado del viaje. Sucede que varios chicos ya se habían marchado por su lado, así que no quedo más que repartir el dinero y que cada cual volviese a casa por su cuenta. Alberto, un amigo que conocí en primer ciclo, junto con su enamorada, Silvana; la delgada, su enamorado; Jorge, Daniela y yo, todos juntos tomamos un auto. “¡Ah!, claro que olvidadizo”, también estuvieron Erwin, Irvin y Emilio; fueron con nosotros hasta Lima central, para buscar de ahí nuestra movilidad hasta nuestros respectivos domicilios.
Hoy lo que aún espero son las fotografías que tomé con la réflex y estoy buscando los videos que tomé con la filmadora, mi hermana los descargo. Espero tenerlos e mi poder pronto.
http://www.ucv.edu.pe/home.aspx
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