El dario de Amiguín.

Amigos. Una palabra que describe muchos sentimientos y cuenta historias maravillosas.

¡Qué maravillosa es la amistad! Sí, claro que sí. Si se tiene a Cristo, mucho mejor. Claro, no todos comparten esto pero… vale pos hombre.

Hay tantas. Divertidas como Timón, Simba y Pumba. De trabajo como Robin y Batman. De emoción y a venturas como Harry, Ron y Hermione. Otras que se crea luego de la decepción: Bella y la Bestia. Otros que están locas de remate: Lucas y Chaparrón. Otras que termina  en golpes: Botija y El Chompiras. Otras que siempre andan de aquí para allá: Pedro Picapiedra y Pablo Marmol.

En fin, hay muchas. Y de toda naturaleza. Las buenas, las malas, las sinceras, las oportunistas. Los que te ayudan, los que te dan aliento, los que te joraban la vida poniéndote apodos. Los que te retan, Los que te sacan de quicio. Los que te hablan con la mirada. Los que no les caes pero te hablan. Los que se duermen cuando les hablas, los que te invitan al hueco. Y los amigos para siempre.

He visto en mi poca vida muchos:

Aarón, Juan y José.

Raquel y Kathy.

Daniela, Jorge, Irvin, Erwin y Emilio.

Jan, Alex y Martin.

En fin nunca podría acabar.

En general yo prefiero no considerar a un mejor amigo, porque me suena excluyente. Sin embargo si fuera así: mis padres, mi abuela materna. Por otro lado, muchos conocen en la universidad. Con los que más hablo: Salvador, Córdova, Antón y Buendia.  Sin embargo, eso no significa que soy un círculo cerrado con ellos. Y tampoco creo que ellos lo consideren así. Sería muy egoísta de mi parte.

Esto es algo pequeño de la crónica. De la amistad… pero esto…pucha tiene para raro…¡sí o no Abuelín!